Verónica Pacheco: Selección 2:

Como mi hermano me has cambiado

Soy una persona que trata de ser responsable en cada situación. Siempre trato de asegurar lo además están bien y que no pasa nada peligroso. Se puede decir que soy la madre metafórica en mi grupo de amigas porque siempre quiero asegurar que todo va bien. Por ejemplo, cuando estudio con mis amigas, soy la que quita el teléfono de las manos de mi amiga para que se concentra en su tarea. Si salgo con mis amigas y alguien tiene hambre, soy la amiga con todas las picaderas en su cartera. Puede ser papitas, barras de granola, o agua. Siempre estoy preparado por cualquier cosa y no me gusta tomar riesgos.

Aunque se puede pensar que esta característica de mi personalidad fue algo adentro de mi desde mi nacimiento, eso no es el caso. Hay momentos que cambian la vida en maneras que nunca hubieras imaginado. Puede ser un cambio de lugar, del trabajo, o algún momento de tragedia. Para mí, fue en el año 2009.

En el 22 de septiembre en el año 2009, nació mi hermano Ángel Jael Grullón. Tuve 9 años y fue una edad donde en lugar de sentir celoso de mi hermano y la atención que recibió de mi mamá, sentí que fue un momento muy importante para mí. Fue un momento donde di cuenta que mis responsabilidades en la casa cambiaria por siempre. Antes de mi hermano, era la única hija en mi casa. Solo fue mi mama, mi abuela, y yo y vivíamos en un apartamento chiquito. Nunca tuve que preocuparme por alguien más joven de mí y era la bebe de la casa. Sin embargo, el nacimiento de mi hermano significaba que estaría viviendo en una casa nueva, con un nuevo padrastro, nuevos hermanastros y mi nuevo medio hermano. Fue en este caso que aprendí muchas lecciones sobre compartir, cuidar a los demás, y como ser responsable.

Cuando mi madre llegó a la casa por la primera vez con mi hermano, entendí que tuve que hacer cosas yo misma para ayudar mi madre. A veces mi padrastro Gustavo preparó los desayunos más complejos en la estufa y en otras veces yo preparé mis desayunos, como cereal y sándwiches. También preparé mis almuerzos y picaderas para escuela para asegurar que mi madre pudiera concentrarse en cuidando Ángel. Si alguien en la casa necesitaba agua o cualquier cosa, siempre estuve allí para ayudar. A los nueve años, comencé a ser más independiente y traté de hacer las cosas yo misma antes de preguntar a mi madre o mi padrastro.

Al principio solo ayudé a buscar varias cosas para mi madre y la bebe, pero meses después, tomé una nueva responsabilidad a cuidar a mi hermano. Había momentos donde mis padres necesitaban a descansar o estaban ocupados con el trabajo y la cocina. Si fue hora a dar una botella de leche a Ángel, yo la prepararía para él. También si fue hora para cambiar el pañal de mi hermano, a veces mi madre me decía que lo cambiara. Aunque fue algo que no me gustaba hacer, pero fue necesario. Con tiempo, aprendí como a tener iniciativa en la casa. Yo vi las oportunidades en como ayudar mi madre sin tener que preguntarla.

Tener un hermano a los nueve años me cambió por lo mejor. Ya que tenía la edad en que podía hacer algunas cosas yo misma, me volví más maduro y traté de ser un buen ejemplo para mi hermano. Especialmente durante los años entre dos y seis años, sabía que Ángel miraría y copiaría mis acciones y lo que dije. Quería asegurarme de que era una hermana a la que él podía admirar. Esto incluye pasando el tiempo con él después de escuela y durante los fines de semanas. Si me di cuenta de que mi hermano estaba haciendo algo mal, como brincando en la cama, siempre estaría allí para gritarle –¡Te vas a caer! O cuando mi hermano hace un reguero con sus juegos, entro en la sala para decirle–¡Ángel, arregle la sala ahora mismo! Yo me convertí como una versión pequeña de mi madre y comencé a llamarlo por cosas que yo hacía cuando era su edad.

Mientras traté de chequear el comportamiento de mi hermano, también quiera estar allí para él por todo como mi primer hermano. A medida que crecía y empezó escuela primaria, siempre comía desayuno con el y ayudé en preparando su mochila y almuerzo. Después de escuela lo ayudé con sus tareas de matemáticas y a leer sus libros. A través de eso, nuestra relación se hizo más cercana y aprendí a tener un vínculo con Ángel y mis otras hermanastras que ha continuado hasta hoy.

En general, mi personalidad y mis valores como una persona han cambiado desde el nacimiento de mi hermano. Cuando viví con mi madre y abuela, nunca tuve a quien cuidar o a ser un buen modelo. Fue la única hija en la casa y estaba acostumbrado a que me cuidaran, no al revés. Las responsabilidades de cuidar a otra persona vinieron cuando mi madre me esperaba que estuviera allí para ayudarla en la casa. Aunque fue un cambio muy drástico, estaba agradecido que pasó con el nacimiento de mi hermano y me has cambiado en la persona que soy hoy.