Diana Salazar: Selección 1:

El último Pozole

El día que había comenzado como cualquier otro pero sin embargo era mi primer día de tener 15 años. Los gallos cantaban y conforme iban caminado los chivo se escuchaban las campanas que tenían amarrados en su cuello. Y ahí estaba yo acostada con los ojos abiertos mirando al techo mientras escuchaba los ruidos de los animales que estaban afuera. Miré a mi derecha para ver que Mamá Mila seguía en su cama. Viéndola me di cuenta que de seguro había estado despierta por un buen rato esperando que alguien viniera a levantarla de la cama. Me senté para ponerme mis chanclas y caminar hacia su cama diciéndole “Buenos días mamá ¿como descanso?” y ella me respondió “Buenos días mi niña, mucho mejor” mientras me daba un abrazo de cumplianos y me dijo “¡Feliz cumpleanos mi niña, diosito me ha bendidos con unas nietas tan buenas!” “¡Muchas gracias mamá, no sabe cuánto la quiero!” le dije con una sonrisa mientras agarraba la silla de ruedas y la empujaba cerca de la cama de mi abuelita. Para poder levantar a Mamá Mila teníamos una técnica, primero la ayudaba a que se sentar para después poner sus pies en el piso y cargarla tantito para que se pudiera dar la vuelta y sentarse en la silla.

Ya estando sentada en la silla todo era más fácil la empujaba al tocador para mojarle su cabello con una botella de spray lleno de agua. Agarraba el peine y le partía su cabello haciendo una línea 3/4 hacia la izquierda. Luego agarraba sus rizos y jugaba con ellas para darle volumen. Antes de salir del cuarto, le ponía un poquito de perfume en su pijama. Después la llevaba yo al baño para que nos pudiéramos cepillarnos los dientes juntas.

Ya que estábamos listas, la empujaba pasando la sala y la cocina hasta llegar al patio allí estaba la muchacha haciendo las tortillas y poniéndolas en el comal porque teníamos otra cocina afuera.

“Buenos días Verónica” le dijimos y ella contestó “Buenos días doña Hermila, El señor ya se fue a ver la milpa y ya está el atole listo. Feliz cumpleaños Diana” “Gracias Vero” yo le dije mientras agarraba dos tazas y dos platos de la cocina para qué servía el atole para a Mamá Mila y yo. Nos sentábamos a tomar atole con pan dulce y platicamos todo los días. Hablábamos sobre muchas cosas pero esta vez hablábamos de mi última celebración de cumpleaños.

El año pasado celebré mi cumpleaños con mi abuelita de lado de mi papá, ella me hizo una fiesta chiquita en su casa con tamales y champurrado hecho por ella y una de mis tías lejanas. Pero este año cumplí 15 y Mamá Mila quería hacer algo para celebrar. Yo no quería una fiesta ya que mis papás me habían hecho escoger entre tener una Quinceañera o ir a visitar a Mamá Mila. Honestamente no fue una decisión dura de tomar ya que había pasado menos de un año desde que habían operado a Mamá Mila de su rodilla y dos años desde que ella y Papá Ino se mudaron de regreso a México. Mama Mila había cuidado de mi y mi hermana desde que estábamos en pañales no como sus nietas pero como sus hijas así que si duda décidé a cuidarla durante mis vacaciones de verano.

Mamá siempre sabía lo que hacer para hacerme sentir feliz. Ella decidió que íbamos a cocinar pozole la noche anterior. Primero, escogimos el maíz que íbamos a usar. Hasta este día, Papá Ino cultiva la milpa que produce el maíz para hacer la masa para hacer tamales y tortillas y el maíz que es usa en el pozole. En un tonel azul, agarré dos kilos de maíz blanco para ponerlo en la olla con agua y cal. Al ponerlo encima del comal, vía como la leña se prendía y el humo crecía  ya que había hervido y el maíz había reventado así que bajé la olla y lo puse en el lavabo después para limpiar el maíz. “La cal el quita la cáscara que tiene pero también lo puede dejar amarillo así que tienes que tallarlo bien mijita porque si no va salir tu pozole todo amarillo” reía Mamá. Después de limpiar el maíz,  lo transferimos a otra olla con mucho cebolla y ajo. Ahí se quedó toda la noche, hervido… el siguiente día, Verónica había cuidado del pozole y lo puso en la orilla del comal para que se siguiera cociendo.

Después de desayunar, fui a la casa de la señora que vende pollo en el pueblo para encargarle un pollo fresco para que estuviera listo para las 10 de la manana y fue así después a las 10 llegó el hijo de la señora para dejar el pollo. Ahí fue cuando, Mamá me iba diciendo cómo hacerlo. Como era un pollo entero, tuvimos ponerlo a hervir separado y ya que estaba concedido lo combinamos y le echas un el orégano fresco. Mama y yo terminamos de cocinar a las 12 para que comiéramos a las 2. A las 6, llegaron mis primos, mi abuelita paternal, unas tías, unos amigos y Verónica, su hijo y su mamá.

En el momento de cocinar con Mamá, honestamente no tenía interés en saber cómo hacerlo porque solo pensaba en lo que estaba pasando en ese momento. Pero han sido 5 años desde que cociné Pozole con mamá y han sido casi 3 años desde que mamá falleció, nunca pensé en el momento que todo estaba sucediendo que este sería uno de mis memorias favoritas con Mamá porque en aquel tiempo para mi era otro cumpleaños.